Tijuana.- Alberto Capella se mantuvo detrás del hombro derecho del general Gilberto Landeros la tarde del pasado miércoles, cuando éste presentaba a los medios de comunicación el decomiso de más de diez toneladas de mariguana embargadas por militares con apoyo de la policía municipal.
"Las instituciones son las que dan la cara por el país; todas las personas que estamos al frente de ellas somos aves de paso", dijo Landeros en clara referencia al supuesto rompimiento del Ejército con la Secretaría de Seguridad Pública de Tijuana (SSPM), tras el despido del militar en retiro, el capitán Gustavo Huerta.
"El país", remarcó el general, "vale más que los que estamos aquí".
El nuevo secretario de seguridad, Alberto Capella, movió afirmativamente su cabeza. Su actitud era sobria, en segundo plano, casi humilde. Habló sólo cuando el militar le dijo que si quería agregar algo. Expresó la "excelente" labor institucional que las corporaciones militares y policiacas hacían.
Un portavoz de la oficina de comunicación de la SSPM dijo que el alcalde Carlos Bustamante había pedido a Capella esa sobriedad, que mantuviera un bajo perfil, lejos del carácter protagonista que tuvo en el pasado. Incluso por el momento no iba a conceder entrevistas exclusivas.
Era lo contrario a lo que sucedía en la primavera de 2008, cuando la figura de Alberto Capella aparecía en los principales medios de comunicación del país.
El entonces secretario de Seguridad Pública Municipal daba entrevistas a diestra y siniestra para hablar de la policía local infiltrada por el crimen organizado y de la erosión que había ocasionado en la comunidad el cártel Arellano Félix.
Además se extendía, sobre todo en entrevistas concedidas a noticieros Televisa y a medios extranjeros, en los temas sobre las amenazas de muerte que tenía en su contra y la labor que tuvo como activista social al frente de un consejo ciudadano, que directamente recibía quejas de víctimas, sobre todo de empresarios de la ciudad.
Por aquel tiempo, Capella difundió a través de su oficina de prensa unas fotos de él practicando con un rifle de guerra en las que hacía notar que estaba aprendiendo tiro.
Las imágenes las dio a conocer pocos meses después de que un grupo armado atentara contra su vida en noviembre de 2007 en su casa de Playas de Tijuana, días antes de tomar posesión como jefe del despacho de seguridad municipal, y él respondiera a la agresión utilizando armas largas que tenía comisionadas para su seguridad personal.
Ese incidente le valió el mote de "El Rambo mexicano", que reforzó con la divulgación de sus fotos practicando tiro.
Aquella actitud extrovertida y protagonista de Capella causó una ruptura entre éste y el entonces director de la Policía
de Tijuana, el teniente coronel Julián Leyzaola. Pues daba la impresión de que el entonces secretario no había abandonado su perfil activista y pretendía resolver el problema de la seguridad con declaraciones y poses.
El alcalde en turno, Jorge Ramos, despidió a Capella en diciembre de 2008 cuando las autoridades reportaban más de 800 homicidios, tiroteos y escenas de sadismo nunca antes vistas en la ciudad y puso en su lugar a Leyzaola para iniciar un plan que dejaba la seguridad de los municipios y el control de las estrategias del combate al crimen organizado en manos de militares.
"(Capella) Tiene muy claro que si algunos errores se hicieron no se repitan; tiene la experiencia y tiene el apoyo de todo el gobierno", declaró el alcalde Bustamante cuando anunció el nombramiento del nuevo secretario de seguridad.
"He madurado", dijo por su parte Capella cuando un reportero le preguntó qué había cambiado en él desde que estuvo en ese cargo.
Para el director del Centro Binacional de Derechos Humanos y analista del fenómeno del narcotráfico en esta frontera, Víctor Clark, el cargo en la SSPM no puede dejarse en una persona que "está más madura" para ese puesto.
El gobierno municipal no debe seguir experimentando en un despacho tan importante para la ciudad, dijo. El cargo de SSPM ahora debe estar en manos de un policía de carrera y no en manos de funcionarios designados por situaciones políticas.
A pesar de las depuraciones policiacas emprendidas por los gobiernos locales en los últimos cuatro años, Clark señaló que sigue habiendo mucha desconfianza de la ciudadanía en la corporación, los homicidios ligados al narcotráfico no han terminado y los delitos del orden común, sobre todo los robos, se han incrementado.
Para Clark, la designación de Capella es un retroceso para la seguridad de esta ciudad.
omar.millan@sandiegored.com
