Exactamente el domingo 19 de marzo de 1972, el mismo año en que apenas se canalizaba el Río Tijuana y que ni siquiera las torres del Grand Hotel figuraban sobre el bulevar, aquel día las puertas del restaurante de madera fueron abiertas al público

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"Es como viajar por un rato al pasado", explicó a El Sol de Tijuana Felipe Pavlovich, el dueño. El restaurante simula el desierto y pueblo de películas vaqueros para darte ese ambiente de los 1820s acompañado por parrilladas, quesadillas, machaca, frijoles de la olla, coyotas y carne, mucha carne.
El lugar ha sido testigo de los grandes cambios de la ciudad. Los hoteles, los centros comerciales, el White Topping y pronto uno de los proyectos más ambiciosos de la ciudad que pretende convertirla en toda una metrópoli en unos años. Será en ese entonces entre grandes edificios, ventanales brillantes y pantallas gigantes que el letrero amarillo de El Rodeo y la res con su carreta en la entrada seguirán presenciando a la nueva Tijuana.
Vía El Sol de Tijuana
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