Artesana mantiene su tradición kumiai

Artesana mantiene su tradición kumiai

TIJUANA — Entre una centena de indígenas que colocaron en mesas sus artesanías en el Encuentro Indígena del Noroeste la tarde del caluroso 20 de julio en el Parque Morelos de Tijuana, estaba Eva Salazar junto a su madre haciendo canastas de junco tejidos de sauce. Esta artesanía es un tipo de cesto que desde […]

Por Alexandra Mendoza el abril 13, 2017

TIJUANA — Entre una centena de indígenas que colocaron en mesas sus artesanías en el Encuentro Indígena del Noroeste la tarde del caluroso 20 de julio en el Parque Morelos de Tijuana, estaba Eva Salazar junto a su madre haciendo canastas de junco tejidos de sauce.

Esta artesanía es un tipo de cesto que desde hace más de 300 años elaboran los kumiai de la Alta y Baja California.

"Es un oficio que he aprendido de mi madre y de mi tía y que me ha ayudado a sacar adelante a mis hijos", dijo. "Muchas de estas tradiciones se han perdido porque la gente lo permite. La gente por más pobre o humilde que sea no debe perder esto, es su raíz. Es cosa de que uno le debe echar ganas".

Salazar, de 32 años, es maestra artesana kumiai de San José de la Zorra, una zona casi rural poblada por unos 200 indígenas kumiai, ubicada en el valle de Guadalupe, al noreste de Ensenada.

Ahí ella pasó su infancia y adolescencia hasta que su "espíritu vago e inquieto" la llevó a la tierra de sus ancestros, antes de que el tratado Guadalupe – Hidalgo (1848) separara las comunidades kumiai que vivían en California y en Baja California.

Salazar explicó que a los 17 años se fue a vivir y a trabajar en las reservas indias de California y Nevada, en los llamados Indian Markets, donde comenzó a exponer lo que ella y su comunidad hacían. Poco después comenzó a dar clases.

"Uno puede ignorar a su gente, irse a Estados Unidos y decir que ya no perteneces a una reserva, a los indios, que ya no eres parte de eso y te olvidas. Eso ha pasado. Pero si te gusta, si sientes orgullo, si lo traes en la sangre, puedes continuar las tradiciones y enseñarlas. Eso hice yo", dijo.

Ella fue seleccionada para exponer su trabajo en la Primera Bienal Continental de Artes Indígenas Contemporáneas, que se llevará a cabo el 9 de agosto próximo en el Museo Nacional de Culturas Populares de la Ciudad de México.

De acuerdo al Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), en esta bienal se presentarán trabajos de creadores de distintos países del continente americano con una temática relacionada con el tiempo, el espacio, el medio ambiente y el universo intelectual y estético de las culturas populares.

Para Armando Estrada, director de la unidad regional de Culturas Populares de Baja California, Eva Salazar representa "una nueva generación de indígena kumiai binacional, sin fronteras", con una encomienda de rescatar las antiguas formas de elaborar determinadas artesanías.

"Ella está haciendo una gran labor de rescate de obras que hacían las abuelas de su comunidad", dijo Estrada.

De acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Baja California es habitada por 3 millones 155 mil 070 personas. El estado mantiene un mosaico de población de todos los estados de la república, no solo de población mestiza sino también de población indígena.

En la entidad hay presencia de 56 de 62 etnias mexicanas, de las que por lo menos una persona en cada grupo habla la lengua nativa de su lugar de origen.

Se estima que la población indígena nativa o migrante en Baja California alcanza la cifra de 76 mil personas, de los cuales poco más de 74 mil son migrantes que provienen principalmente de estados como Oaxaca, Veracruz y Guerrero.

Mientras que la población de indígenas pertenecientes a grupos nativos de Baja California: cochimí, cucapá, kumiai, kiliwa y paipai, suma cerca de 1963 personas. Estos pueblos han perdido en mayor o menor grado su lengua debido a la migración y en cada comunidad se cuenta con pocos hablantes.

Salazar, quien es madre de cinco hijos, explicó que desde niña comenzó a elaborar en San José de la Zorra canastas y cobijas. El oficio le gustaba y más que un trabajo le resultaba un juego que compartía con su familia. Actualmente es la única de su comunidad que hace cobijas de pelo de conejo y bules de patas de venado.

"He ido a muchos museos y me he dado cuenta del valor que tiene la permanencia de estas tradiciones", dijo. "Además esta actividad artesanal es muy importante para muchas mujeres de la comunidad porque representa una fuente de ingreso".

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Omar Millán escribe para Enlace, el semanario en español del UT San Diego

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