Si Castro Trenti logra que la frialdad y la inteligencia le ganen a la soberbia y la depresión, puede desempeñar un rol protagónico desde la oposición y vaya que sabe cómo hacerlo.
VIDEO : Yo voy a ser el gobernador
Lo más grave para Fernando Castro Trenti es que ni en su peor pesadilla imaginó la derrota. Sin duda en su imaginación trazó escenarios con distintos grados de dificultad, pero me queda claro que la posibilidad de perder simplemente no estaba presupuestada. Castro Trenti ya se sentía gobernador de Baja California. Su proyecto político rumbo a la gubernatura lo empezó a trabajar desde que llegó al Senado en 2006 y al menos en el último trienio, cada día de su vida estuvo consagrado a la conquista de su meta final. A diferencia de Kiko Vega, a quien su candidatura le cayó de rebote como consecuencia de un río panista muy revuelto, Castro Trenti trabajó a conciencia su ruta de navegación rumbo al Centro de Gobierno. En su presupuesto de puntos de riesgo, sin duda anotó como un foco rojísimo la confrontación con Jorge Hank Rhon. Librado el principal escollo y con un panismo golpeado e inmerso en su guerra intrafamiliar, Castro Trenti llegó a creerse que marchaba en caballo de hacienda rumbo a la victoria. Estoy seguro que nunca, ni siquiera en un mal sueño, se imaginó la triste escena de la mañana del 13 de julio en que saldría a reconocer la derrota en una impuntual rueda de prensa que como marco de fondo tuvo un cartel de campaña en donde junto a la enorme foto del derrotado candidato se leía la frase "Trabajo Para Ti". Vaya paradoja. A partir de este momento va a haber muchos castrotrentistas buscando trabajo y cuesta mucho creer que puedan aspirar a "ganar más" como les prometió su gallo.

Visto en el contexto global, la caída de Fernando Castro Trenti es una catástrofe. Aunque no haya tenido el apoyo incondicional del presidente Enrique Peña Nieto ni haya logrado cicatrizar nunca los ancestrales rencores del hankismo, Castro Trenti jugaba con todo a favor en Baja California. Logró generar un clima político en donde se le veía como el próximo gobernador y como tal actuaba. Con medios y líderes de opinión comiendo "chayote" de su mano y con un rival de media tabla que no parecía ser pieza, Castro tuvo todo para noquear. Cierto, las semanas pasaban y su campaña no crecía, el apoyo de Los Pinos no llegaba, el Hipódromo Caliente jugaba a dos manos y en el horizonte se empezaba a vislumbrar la posibilidad real de una victoria de Kiko Vega, aunque muy poca gente quiso verla.

Fernando Castro Trenti ha reconocido la derrota. La conferencia de prensa más triste de su vida se está llevando a cabo en estos momentos mientras escribo esta columna. Por supuesto, lo de reconocer la derrota no es iniciativa ni decisión suya. Si por él fuera sin duda impugnaba y llevaba la resolución hasta el Tribunal Federal. Con una derrota mucho más contundente a cuestas, Jorge Hank impugnó la elección de 2007. La diferencia es que hace seis años Hank no tenía un jefe máximo en Los Pinos que le dictara línea. La orfandad política tiene sus ventajas. Castro Trenti recibió una llamada de Bucareli y al viejo estilo del tricolor, con sus suculentas recetas de agua y ajo, el Diablo fue obligado a aceptar la derrota con expresiones como "agradecido", "emocionado", "dispuesto a seguir trabajando por Baja California", "mirando para adelante". Bla, bla, bla.
Fin de una película. Historia triste.

Ahora viene la pregunta fundamental ¿Qué sigue para Fernando Castro Trenti? En su conferencia no hubo lugar a preguntas abiertas de los reporteros y simplemente se limitó a afirmar que recuperará su curul en San Lázaro para el que sólo pidió licencia. Es un regreso sin gloria, un retorno cabizbajo de derrotado, pero si Castro Trenti es frío, le puede sacar mucho provecho. A diferencia de algunos políticos, que en algún momento de su vida deben vivir de sus negocios (como ha sido el caso de Kiko Vega) Castro Trenti apenas ha salido de la ubre pública en las últimas dos décadas y no parece que ahora vaya a resignarse a congelarse en la reserva nacional de talentos.