Esta semana, el medio británico "The Economist" presentó una radiografía de la estrategia de seguridad empleada por el equipo de Enrique Peña Nieto, Presidente de México. Debido a que la táctica de su antecesor, Felipe Calderón, se caracterizó por ser mucho más agresiva y resultar en pocos logros y más de 60 mil muertes y desapariciones, este sexenio retomó algunos aspectos y los enfatizó. Más de 9 billones de dólares serán empleados en combatir el crimen desde su origen, el recurso será distribuido entre 220 regiones mexicanas, aquellas que se consideran las más violentas, una lista donde Tijuana está presente.

Con inversión en más escuelas, fomento al trabajo, creación de parques y centros culturales, se pretende atacar el problema de raíz. Esto se ha conocido como "acupuntura social" y así se llega a un episodio reciente de la ciudad fronteriza : la limpieza del bordo.
Semanas atrás tuvo lugar el desalojo de los migrantes que habitaban la región, muchos perdieron sus pocas pertenencias en la "limpieza", algunos se encuentran en un campamento migrante y otros han regresado al canal para seguir viviendo.

¿Cuánto de este recurso se ha empleado en ayudar a estas personas? La crítica es que además de limpiar, los esfuerzos gubernamentales deben ir más allá.
Para ello sería necesario instalar centros de atención a deportados donde se les pueda brindar apoyo para gestionar sus documentos de indentidad personal, ayuda psicológica, rehabilitación contra adicción de sustancias, comida y refugio.
Tal como la publicación lo señala, esto es más que quitar a la gente del canal y pintarlo para que se vea bonito. Precisamente esta área de la ciudad es de lo primero que quienes cruzan a Tijuana observan.
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