El pequeño Lorenzo de un año y medio jugaba en el patio de su casa cuando a su madre le extrañó el silencio de su hijo, al ir a revisar cómo estaba él, lo encontró con una pequeña cobra en la boca, lleno de sangre en la cara y manos. La serpiente estaba muerta al quitársela a la fuerza.
El niño fue llevado al hospital de Mostardas, ciudad en Brasil, donde los médicos no encontraron ninguna herida ni síntomas de envenenamiento. Lorenzo había matado a mordiscos a una serpiente venenosa, según la madre del bebé. Lo que impidió que la serpiente lo atacará fue que la mordió muy cerca de la cabeza.
La serpiente que no es muy común en la región urbana donde vive el bebé, era una cría de serpiente, probablemente del género yarará o yararaca.
La sangre que los padres habían descubierto en su bebé se trataban de la pequeña serpiente que todavía se movía para escapar. El padre de Lorenzo tuvo que obligarlo a abrir la boca.
Vía Excélsior
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