Un testimonio de amor

Un testimonio de amor

¿Cómo dejar sólo para mí todo lo que he vivido ésta semana? Siento la necesidad de compartirlo y gritar al mundo que el amor y la caridad es el mejor legado que Dios nos dejó a través de todo lo que nos rodea, pero sobre todo a través de las personas que han hecho del […]

Por Iliana De Lara el abril 13, 2017

¿Cómo dejar sólo para mí todo lo que he vivido ésta semana? Siento la necesidad de compartirlo y gritar al mundo que el amor y la caridad es el mejor legado que Dios nos dejó a través de todo lo que nos rodea, pero sobre todo a través de las personas que han hecho del amor un estilo de vida, como el ahora Beato Juan Pablo II.

Todo empezó hace un par de semanas cuando recibí la invitación de unas amigas a la beatificación en Roma de este gran hombre. A primera instancia rechacé la invitación por pensar que era muy complicado, pero una semana antes del evento me imaginé estar viéndolo por televisión y arrepentirme por no haber estado ahí, entonces decidí aprovechar la oportunidad que Dios me estaba brindando.

Salimos de San Diego el 28 de abril y llegamos a Roma con un clima precioso y no solo porque la lluviecita que caía agradaba, sino por el clima de amor, de entrega, de felicidad y de caridad que se respiraba en el ambiente.

La gente por las calles de la ciudad tenía la necesidad de preguntar si estabas ahí para la beatificación y al afirmarlo de inmediato se generaba una relación preciosa, hablábamos en diferentes idiomas, más sin embargo todos nos entendíamos.

Platicamos sobre los largos viajes y sacrificios que habíamos hecho cada uno de los peregrinos para estar ahí y acompañar a nuestro Papa. A dar testimonio de su liderazgo, su entereza y sobre todo su sencillez.

En la calle un letrero leía: "Yo he ido al mundo por ustedes, ahora ustedes han venido por mí, muchas gracias, Juan Pablo II".

Ese agradecimiento y esa emoción se comenzaron a elevar al caer la noche del sábado en el Circo Massimo. Allí, en el mismo lugar donde estuvieron los primeros cristianos nos unimos en oración 200 mil personas durante la Vigilia para escuchar el testimonio del milagro que el Papa ha hecho en la monja francesa Marie Simón-Pierre, pero sobre todo para agradecer el ejemplo del Papa más humano, más caritativo y más coherente de todos los tiempos.

"Vivió como Cristo" decía la gente; predicando y haciendo el bien, perdonando a sus agresores, amando a sus amigos y sobre todo a los que se decían sus enemigos, conciliando pueblos y personas, amando hasta el final.

Durante la Vigilia oramos por la paz del mundo, por los jóvenes, por las familias, por hacer vida en cada uno de nosotros el testimonio que ese hombre con la imagen de Cristo en su rostro nos dejó.

Y así, en peregrinación salimos de la Vigilia caminando y cantando por las calles hacia la Basílica de San Pedro, uniéndonos en grupo para gritar "¡Viva el Papa!" y cantar "Cielito lindo", ondeando banderas de diferentes países hasta llegar a la Via della Conciliazione, esa avenida que une y concilia al pueblo con la Iglesia y en donde un millón y medio de peregrinos esperamos toda la noche para presenciar la beatificación de Juan Pablo II.

Mientras esperábamos un grupo de monjitas nos acogió para pasar la noche cerca de su convento. Nos ofrecieron café, baño, zanahorias y lo más bello, una capilla abarrotada totalmente en silencio con la presencia del Santísimo, fue ahí donde sentí una presencia real de Dios, sentí que mi corazón se me salía y que no era posible tanta paz y tanto amor.

Esperamos en el convento a que dieran las 5:30 de la mañana, hora en que abrían las puertas de la explanada de la Basílica.

Teníamos un lugar privilegiado para disfrutar de la celebración, y no lo digo solamente porque era la primera fila de los peregrinos, sino por la gente que nos rodeaba y con las que convivíamos. A mí me prestaron una cobija para protegerme del frío, compartimos nuestra comida y rezamos juntos un rosario con personas que probablemente nunca volveré a ver en mi vida, pero que se quedaron por siempre en mi corazón.

Lo más bello estaba por empezar con la entrada de nuestro Papa Benedicto XVI y con una misa preciosa en la que no se terminaba de enumerar las cualidades del Beato, pero lo mejor fue el testimonio de su amor hecho vida en cada uno de los que estábamos ahí presentes, sin comer, sin bañarnos y sin dormir, pero con una felicidad que sólo el amor desinteresado por el prójimo te puede dar.

"¡No tengais miedo! Abrid de par en par las puertas a Cristo".

Eso es lo que Juan Pablo II predicaba y eso es que me llevo de una de las experiencias más bellas que he vivido.

Que hermoso fuera que viviéramos cada día en esa caridad y en ese amor que Juan Pablo II, ahora intercesor en el cielo por nosotros, nos dejó.

Contenido relacionado

Gobernadora Marina del Pilar invita a Baja California a adoptar en Santuario Animal Mily

Gobernadora Marina del Pilar invita a Baja California a adoptar en Santuario Animal Mily

diciembre 21, 2024
Depeche Mode: El documental de Netflix que explora su influencia y legado musical

Depeche Mode: El documental de Netflix que explora su influencia y legado musical

diciembre 21, 2024

Contenido relacionado