En lo que va de 2015, se han registrado 277 agresiones que tienen como objetivo silenciar a la ciudadanía. Uno de los acontecimientos más recientes es la muerte del fotoperiodista Rubén Espinosa, quien estaba apasionado por cubrir movimientos ciudadanos. Espinosa perdió la vida gracias a dos impactos de bala en el pecho y un tiro en la cabeza.
El cuerpo del periodista fue encontrado en su departamento de la Ciudad de México en lo que fue el desenlace de una serie de amenazas que había recibido desde que vivía en Veracruz, que se considera el estado más peligroso para quienes laboran en el medio. Rubén es solo un ejemplo de las decenas de periodistas que no encontraron protección ni apoyo de su gobierno y terminaron por perder su vida.
Veracruz es un foco de atención en toda América Latina, especialmente desde 2010 cuando Javier Duarte Ochoa, tomó el cargo de gobernador. En otro desafortunado evento, una corresponsal de Proceso, quien llevaba tres décadas en los medios, fue estrangulada en su casa. Regina Martínez fue víctima de un crimen pasional el cuál fue justificado, asumiendo que existían razones personales para que alguien atentara contra ella.
A un par de días de la aún impune muerte de Rubén, un grupo de hombres armados atacaron las instalaciones de Presente, un semanario de Veracruz. Además de atacar el recinto, tres móviles que presuntamente son propiedad del dueño del medio, fueron incendiados. Se desconocen las causas de lo sucedido pero se cree que no es coincidencia.
Mientras existen quienes han optado por callar, hay quienes a gritos piden justicia. El gobierno mexicano tiene una difícil labor en encontrar la manera de permitir el ejercicio transparente de los líderes de opinión. Con las nuevas herramientas de comunicación, se pensaría que la libertad de expresión es más sencilla pero a la medida que crece la tecnología, crece la exposición pública.
Con información Univisión
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