TIJUANA Gabriel García Márquez escribió en su novela El Coronel No Tiene Quien Le Escriba que "los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez".
Con Aída M. Valencia ese renacimiento se dio hace 30 años, cuando un accidente vehicular la dejó paralizada por 18 meses. Atrás quedó otra vida: una joven bióloga, su empleo como trabajadora social de una comunidad indígena de Michoacán y las artesanías de barro que hacía.
Valencia, de 54 años, dijo que, sin embargo, de aquella terrible experiencia había nacido la mosaiquista, una artista del mosaico que tras estudiar con esmero y muchísima paciencia vería el reconocimiento a su trabajo apenas tres años atrás.
En 2008, la artista tijuanense obtuvo el primer lugar en la exposición Mosaico contemporáneo del The Museum of Man de San Diego con la escultura en tercera dimensión La imaginación y la magia, una pieza de seis pies de altura de un anfitrión de circo montado en un monociclo que en una mano sostiene un corazón humano y en la otra su sombrero de copa.
El descubrimiento de que podía crear piezas únicas principalmente con el material del mosaico fue casual. Explicó que mientras estaba en recuperación en el hospital vio un programa de televisión donde una mujer forraba la fachada de su casa con mosaico.
Valencia dijo que luego de terminar su rehabilitación, preguntó a un albañil cómo pegar el mosaico. No lo vio tan difícil y su primer trabajo fue una pequeña mesa. La labor fue apasionante y decidió aprender profesionalmente el oficio.
Tras asistir a entrenamientos para profesionales en acabados decorativos en California, hizo estudios de escultura en tercera dimensión con mosaico en Venecia y Ravenna, Italia; y de utilización de foam para estructuras tridimensionales en mosaico e instalación de piedras naturales en Arizona.
Luego de una serie de exposiciones colectivas en Pasadena, Miami, Puerto Vallarta y Hermosillo, de noviembre a enero pasado expuso en la Galería de la Ciudad del Instituto Municipal de Arte y Cultura (IMAC) de Tijuana una muestra individual llamada Motus (movimiento).
Eran veinte obras de arte en mosaico bidimensionales, tridimensionales y esculturas en movimiento. El IMAC apuntó, "la artista presenta en Motus su propia interpretación del movimiento en una conjugación de elementos que culmina en imágenes inverosímiles con un toque lúdico".
Para el coordinador de galerías del IMAC, Francisco Godínez, Valencia es una artista diferente, no solo por el uso que le da al mosaico en las esculturas, sino también porque su obra es fina, expresiva y contiene una significación muy grande.
Godínez dijo que con Valencia pasa el dicho "nadie es profeta en su tierra"; su obra ha comenzado a apreciarse a partir del reconocimiento que obtuvo del The Museum of Man de San Diego.
La mayoría de las piezas de Motus estaban en el taller de la artista, Casa Valencia, ubicado en la calle Gobernador Ibarra 9825 de la colonia América, distrito Centro, cuando ofreció un curso de técnica del mosaico recientemente.
Sauces llorones con ruedas (realizados con mosaico, vidrio y metal); El equilibrista, una silueta partida en dos forrada de mosaico negro cuyo fondo son anuncios clasificados seleccionados como si fueran piezas de su material favorito que sintetizan al ser humano con mucho humor.
Además de El Ave Fénix, una obra cálida con técnica mixta, y Los guardianes, dos árboles que detrás tienen a una pareja realizados con materiales reciclados, entre otras obras.
Valencia explica: "Muchas de las piezas han nacido porque algunos de sus materiales vinieron a mí. Las encuentro por casualidad en una tienda o tiradas y de su figura surge la obra o bien una parte importante de la misma."
No lo dice claramente, pero Valencia da una segunda oportunidad (reciclaje) a esos hallazgos y los "obliga a parirse una y otra vez". El resultado es una obra de una fuerza plástica, expresividad y colorido.
La artista es la única mexicana miembro de The Society of American Mosaic Artists y de la Asociación Internacional de Mosaicistas Contemporáneos, ambas con sedes en Italia.
Su obra, señaló, tiene esos colores intensos y formas porque reflejan su condición de fronteriza, sus raíces que son de dos países. Ella nació en San Diego pero la mayor parte de su vida ha residido en Tijuana.
Valencia aseguró que en julio próximo abrirá una galería en Point Loma, Condado de San Diego. Actualmente trabaja una pieza para solicitar una residencia en Nueva Jersey que otorga la compañía Kohler.
El diseño de esa obra, cuyo motivo versa en las migraciones, ya la tenía completamente dibujada pero lo que le estaba quitando el sueño era el hecho de incluir un motor que provocara que esferas de diversos colores se movieran y pararan solo un instante con otras mitades, una alegoría de la mezcla de culturas.
La materialización de la pieza tardaría entre seis meses y un año, algo usual en este trabajo, dijo Valencia, mientras tomaba el bastón que le ayuda a caminar desde el accidente vehicular. García Márquez dijo en El olor de la guayaba; "hay un momento en que todos los obstáculos se derrumban, todos los conflictos se apartan, y a uno se le ocurren cosas que no había soñado".