Un tema que causa polarización en casi todo el mundo, sin duda es el de la pena de muerte.
Una práctica que en pleno siglo XXI aún prevalece en varios países y que castiga no solo delitos como el homicidio, sino infracciones menos graves como la blasfemia, el espionaje, el narcotráfico o actos políticos.
Desde el año 2003, el 10 de octubre se conmemora el Día Mundial contra la Pena de Muerte.
Se trata de una iniciativa impulsada por la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte, un organismo que agrupa a las organizaciones abolicionistas que buscan erradicar la pena capital.
Esta efeméride no solo trata de pedir que no haya más condenados a muerte en el mundo, también vela por las condiciones en las que se encuentran los sentenciados.
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Aislamiento del condenado a muerte
Las personas condenadas a la pena capital son aisladas totalmente de la sociedad, siendo sometidas además de encarcelamiento a mantenerse en espacios físicos reducidos, e incluso, la gran mayoría permanecen en el olvido mientras están a la espera de la muerte inminente.
A pesar de que muchos países han optado por eliminar la pena capital en los últimos años, sigue siendo un método que atenta contra los derechos humanos universales, contemplados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Los países que aplican la pena de muerte
En la actualidad, países como China, Estados Unidos, Irán, Arabia Saudita, Pakistán, Somalia y Egipto, entre otros, realizan esta práctica.
De acuerdo con un informe de Amnistía Internacional, en el año 2023, fueron ejecutadas 853 personas en Irán, 172 en Arabia Saudita y decenas más en Somalia, Egipto y Estados Unidos.
En el caso de China se estima que han muerto miles de personas, sin embargo este país no publica cifras oficiales, por lo que las ejecuciones reales podrían superar 3,000 al año.
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Métodos más comunes de ejecución en el mundo
Las formas más utilizadas de aplicación de la pena capital son las siguientes, dependiendo del país:
- La inyección letal en Estados Unidos y algunas regiones de China.
- El ahorcamiento en Irán, Japón, Singapur y Pakistán.
- El fusilamiento en Corea del Norte, China y Somalia.
- La decapitación en Arabia Saudita.
- Y la electrocución o cámara de gas en algunas zonas de Estados Unidos.
La tortura el maltrato alrededor de la pena capital
La tortura y el maltrato experimentados previo a la pena de muerte son múltiples y recurrentes, se utiliza el hostigamiento físico o psicológico en muchos casos durante los interrogatorios para obligar a confesar crímenes capitales.
Como consecuencia, mientras se espera la ejecución, el síndrome del corredor de la muerte contribuye al deterioro psicológico a largo plazo de la salud de la persona y al sufrimiento de los familiares y personas cercanas al condenado.
Cuando se ejecuta a inocentes
Además del daño que sufren las familias cuando se aplica la pena capital, existe un aspecto más que agrava esta práctica: la ejecución de inocentes.
Existen casos documentados de personas que murieron aun cuando había serias evidencias de que podían no ser culpables del delito del que se les acusaba.
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Aunque no se pueden probar con absoluta certeza todos los casos, los más notorios son los siguientes:
Carlos DeLuna, ejecutado en Texas, Estados Unidos, en 1989.
Una investigación de Columbia Law School documentó que otro hombre llamado Carlos Hernández, con antecedentes criminales, pudo haber sido el verdadero homicida.
La investigación encontró fallas en la confiabilidad de los testigos, ausencia de evidencia física que vinculara a DeLuna y un proceso con múltiples errores.
Ruben Cantú, ejecutado en Texas, Estados Unidos en 1993.
Este hombre proclamaba su inocencia de manera persistente. Décadas después del juicio, la víctima sobreviviente y un coacusado cambiaron sus testimonios, y la fiscalía y el jurado del caso también expresaron dudas sobre su culpabilidad.
George Stinney, Jr., ejecutado en Carolina del Sur, Estados Unidos en 1944.
Se trató de un niño de 14 años que fue juzgado y ejecutado en un juicio sumario de un solo día. No tuvo una defensa adecuada y el proceso fue extremadamente fallido.
En 2014 su condena fue anulada por un tribunal que reconoció que no había tenido un juicio.
Joe Arridy, ejecutado en Colorado, Estados Unidos en 1939.
Hombre con discapacidad intelectual. Fue presionado para confesar falsamente. En 2011 recibió un perdón póstumo en reconocimiento del serio error judicial.
Huugjilt (Huugjilt / Inner Mongolia), ejecutado en China en 1996.
Fue ejecutado por fusilamiento tras un juicio basado en confesiones forzadas. Diez años después, el verdadero autor del crimen confesó, y Huugjilt fue exonerado póstumamente.
Colin Campbell Ross, ejecutado en Australia en 1922.
Condenado a muerte por el asesinato de una niña, conocido como el “Gun Alley Murder”. Décadas después se volvieron a examinar las pruebas con técnicas modernas y se declaró su inocencia, en 2008 fue perdonado.
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Abolición de la pena de muerte
Más de 160 países en el mundo han abolido ya la pena capital o no la ponen en práctica, sin embargo, muchos todavía tienen un gran número de reos que esperan su ejecución.
Por ello, se realizan esfuerzos encaminados a la abolición total de la pena de muerte, entre ellos se encuentra la Coalición Mundial Contra la Pena de Muerte, compuesta por más de 160 organismos no gubernamentales, colegios de abogados, autoridades locales y sindicatos.
La coalición nació en Roma el 13 de mayo del 2002 y su objetivo es fortalecer la dimensión internacional de la lucha contra la pena de muerte.
Para ello, fomenta la abolición definitiva de las condenas y las ejecuciones donde siguen vigentes y en algunos países busca una reducción en el uso de la pena capital como un primer paso hacia la abolición.
El caso de México
En México, por decreto, la pena de muerte fue suprimida en el Código de Justicia Militar, sustituyéndose por la pena de prisión, además, la Constitución Poĺítica fue reformada en 2005 para prohibir expresamente la pena capital.
En el artículo 22 de la Ley Fundamental se señala que: Quedan prohibidas las penas de muerte (…). Toda pena deberá ser proporcional al delito que sancione y al bien jurídico afectado. Y en el artículo 14 se eliminó la referencia a la privación de la vida.
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Estadísticas sobre la pena de muerte
- 112 Estados han abolido la pena de muerte para todos los crímenes
- 9 Estados han abolido la pena de muerte para todos los delitos comunes
- 23 Estados son abolicionistas en la práctica
- 55 Estados son retencionistas (mantienen la pena de muerte en su legislación)
- Se conoce que, a finales de 2023, al menos 27,687 personas estaban condenadas a muerte en todo el mundo, de las cuales menos del 5% son mujeres (según el Centro de Cornell sobre la Pena de Muerte en el mundo).
Es innegable que la pena de muerte no protege ni a las personas ni a las sociedades porque atenta contra la dignidad humana y agudiza las disparidades sociales y económicas al afectar de forma desproporcionada a los grupos marginados.
Para encontrar soluciones eficaces a largo plazo, se deben priorizar las preocupaciones de las personas, luchar contra las causas profundas de la delincuencia y adoptar un enfoque basado en la seguridad humana para resolver los conflictos y crear sociedades más seguras.
El dilema moral de la pena de muerte
La pena de muerte no solo pone fin a una vida, sino que carga a toda una sociedad con el peso de decidir quién merece seguir existiendo.
En teoría, se aplica para hacer justicia; en la práctica, se ejecuta dentro de sistemas judiciales imperfectos, llenos de desigualdades, errores humanos y prejuicios.
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Mientras exista la posibilidad, por pequeña que sea, de matar a un inocente, la pena capital deja de ser justicia y se convierte en una forma irreversible de violencia.
Una sociedad verdaderamente justa no es la que castiga con más dureza, sino la que es capaz de aprender, reparar y evitar repetir los errores. Porque al final, nada revela más nuestra humanidad que lo que hacemos con aquellos a quienes consideramos culpables.
Fuentes: Coalición Mundial contra la Pena de Muerte, Amnistía Internacional, CNDH y diainternacionalde.com
