Así lo descubrió el equipo del doctor Ryan Elder de la Brigham Young University, quienes llamaron a este fenómeno el efecto crunch. Los investigadores consideran que le prestamos mucha atención a la apariencia de nuestros alimentos, a su sabor y olor, pero dejamos de lado la experiencia acústica.

Los sonidos a los que se refieren no son los que escuchas en su preparación, como palomitas en el microondas o carne sobre el sartén. El efecto crunch se produce cuando muerdes, masticas o tienes comida en la boca y prestas atención a estos sonidos. Al hacerlo, te darás más cuenta de las cantidades que comes y te saciarás más rápido.
En el estudio, colocaron audífonos con ruido alto y bajo a los voluntarios mientras comían pretzels. Mientras más fuerte fuera el sonido, más comían. Con volumen alto, los voluntarios comieron 4, con volumen bajo, ni siquiera terminaron el tercero.
Por lo tanto, si comes frente a la televisión, con música de fondo o ruido a tu alrededor, comerás porciones más grandes que a la larga te harán subir de peso. Mientras tu cerebro está distraído no pone atención a las cantidades de comida que te llevas a la boca ni el momento en el que estás satisfecho.

No por esto, comerás con la boca abierta y haciendo muchísimo ruido con otras personas a quienes les puede parecer asqueroso, pero puedes poner más atención a los sonidos que realizas normalmente.

Esta información es un consejo bastante sencillo para comer menos.
Nota publicada originalmente en Qore
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