El gobierno del presidente Donald Trump comenzó la construcción de un muro secundario en la frontera sur como parte de su estrategia para endurecer la política migratoria. La nueva barrera medirá aproximadamente 12 kilómetros. Además contará con barras de acero de hasta 30 metros de altura, convirtiéndose en una de las más imponentes a lo largo de la frontera con México.
Refuerzan zonas clave de cruce migratorio en la frontera
Las autoridades enfocaron la construcción en zonas estratégicas como Nuevo México, Ciudad Juárez, San Diego, Yuma y El Paso, donde se registra un alto número de cruces irregulares. La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) informó que prioriza estos sectores por su relevancia operativa.
Varios líderes comunitarios y defensores de derechos humanos criticaron la medida. Al considerar que no resuelve las causas de la migración y agudiza las tensiones en las comunidades fronterizas.
Además del nuevo muro, el gobierno de Trump intensificó redadas, deportaciones y controles. También modificó el uso de la aplicación CBP One, que ahora sirve para que personas en situación irregular soliciten salir voluntariamente del país. Anteriormente, esta herramienta permitía iniciar solicitudes de asilo.



Aumentan las deportaciones de mexicanos
En lo que va del año, las autoridades estadounidenses deportaron a cerca de 60 mil ciudadanos mexicanos, una cifra que refleja el impacto directo de la nueva política migratoria. Muchas de estas personas llegaron a Estados Unidos buscando mejores oportunidades, pero enfrentaron procesos de detención y repatriación acelerados.
Aún sin detalles sobre próximos tramos
Aunque el gobierno no ha confirmado en qué otras regiones planea continuar la construcción. Este muro secundario representa un paso más dentro de una postura migratoria cada vez más estricta. Por ahora, los funcionarios federales mantienen el enfoque en los puntos fronterizos más conflictivos, mientras la controversia sigue creciendo.