Cientos de personas salieron a las calles de la Ciudad de México el pasado 4 de julio, Día de la Independencia de los Estados Unidos, para protestar contra la gentrificación.
Con pancartas con escritos como “gringo, vete a casa” y “gentrificar es borrar recuerdos”, los manifestantes expresaron su frustración por el drástico aumento de los alquileres y la transformación de sus vecindarios, fenómenos que atribuyen a la masiva llegada de ciudadanos estadounidenses.
La afluencia de extranjeros, atraídos por el bajo costo de vida y las oportunidades de trabajo remoto, han provocado una crisis de vivienda que ha dejado a muchos residentes locales sin poder pagar sus propios hogares. Los manifestantes también señalaron los más de 35 mil Airbnbs que operan en la ciudad como un factor determinante.
Es por ello, que la llegada masiva de estadounidenses que comenzó alrededor de 2016 y se intensificó durante la pandemia, ha transformado colonias como La Roma, Condesa, Centro y Coyoacán.
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¿Xenofobia? Claudia Sheinbaum reacciona a las protestas
La marcha que pasó por la Embajada de Estados Unidos, fue en su mayoría pacífica. Sin embargo, algunos manifestantes recurrieron al vandalismo, rompiendo ventanas de negocios, entre ellos un Starbucks.
La presidenta Claudia Sheinbaum condenó algunos actos como xenófobos e inaceptables, enfatizando que “México es un país abierto al mundo”. No obstante, la mandataria reconoció que los manifestantes tienen quejas legítimas y que “la gentrificación es un fenómeno que necesita ser abordado”. En el mismo contexto, la alcaldesa de la Ciudad de México, Clara Brugada, subrayó la necesidad de construir viviendas más asequibles.
Aunque históricamente, la Ciudad de México ha sido un destino acogedor para los extranjeros, el descontento está creciendo. Los manifestantes critican que el estado, las inmobiliarias y las empresas privadas ofrecen un trato preferencial a extranjeros, lo que obliga al desplazamiento y despojo de familias mexicanas.
