Seguramente has escuchado sobre las protestas contra la gentrificación en Ciudad de México, especialmente en colonias como Roma, Condesa y Juárez. Ante esta situación, es importante entender que el problema no es simplemente la presencia de extranjeros, sino las consecuencias sociales y económicas de un fenómeno que se sale de control.
Las cosas en claro: transformar barrios, mejorar espacios públicos o atraer inversión extranjera no son procesos negativos por sí mismos. Sin embargo, cuando estas transformaciones provocan desplazamientos es cuando vienen los problemas. Esto dispara el costo de la vivienda y generan exclusión social. En sí esto último no la gentrificación (o lo que busca este fenómeno) , sino un efecto secundario de la misma.
¿Qué es gentrificación y por qué no debe confundirse con inmigración?
Luego de las recientes protestas en la Ciudad de México, varios comentarios en redes sociales y reportajes muestran que muchas personas tienden a confundir los conceptos. Como escribió una usuaria luego de una publicación de CNN: “Muchas personas no entienden lo que significa gentrificación, ni la diferencia entre gentrificación e inmigración. No puedes comparar lo que ocurre en ambos países si ni siquiera conoces el significado de esto.”
Debido a esto, antes de seguir es necesario explicar que la inmigración es el acto de mudarse a otro país, generalmente con estatus legal definido, como una visa de turista, un permiso de trabajo, o una residencia temporal o permanente—. Por otro lado, la gentrificación es un proceso económico y urbano en el que un grupo con mayor poder económico se muda a una zona tradicionalmente de clases medias o bajas. Y aquí viene el problema porque deriva en precios más elevados en rentas. Lo que termina desplazando a los residentes originales.
La ironía, como señalan otros comentarios en la misma publicación, es evidente: “Muchos de nosotros queremos ir a Estados Unidos y muchos ciudadanos de Estados Unidos quieren venir aquí a vivir a México. ¡Irónico!”.

CDMX: el paraíso asequible para quienes ganan en dólares
Desde la pandemia, miles de personas, en su mayoría estadounidenses, llegaron a vivir a la CDMX atraídos por su bajo costo de vida, clima templado, rica oferta cultural y conectividad. Pero no es exclusivo del gran centro mexicano, lo mismo ocurre en ciudades fronterizas como Tijuana o Ensenada. En estas zonas es más barato rentar una casa con vista al mar que un estudio pequeño en San Diego o Los Ángeles.
El problema no es que vengan, sino cómo y bajo qué condiciones lo hacen. Muchos no cuentan con una visa de residencia permanente ni con permisos formales de estancia prolongada. Aunque México sí ofrece estos mecanismos, su aplicación y control son laxos. A diferencia de países como España o Japón, donde es necesario justificar ingresos, tiempo de estancia y razón de residencia, en México es común permanecer con una visa de turista y simplemente renovarla tras salir brevemente del país.
Rentas imposibles, contratos en inglés y desplazamiento
Este descontrol ha afectado directamente a los habitantes locales. Departamentos que antes costaban 8 mil pesos ahora se anuncian por más de 30 mil pesos mensuales en plataformas como Airbnb, frecuentemente en inglés y dirigidos exclusivamente a extranjeros.
Los contratos, a veces irregulares, han llevado a desalojos injustificados o al uso de propiedades sin regulación. A esto se suman otros comentarios como el una usuaria que compartió: “El hecho es que, cuando personas de México migran hacia aquí, lo hacen para arremangarse y ganarse la vida. En cambio, cuando los estadounidenses van a México, lo único que hacen es aprovecharse del país y tratar de encarecer los vecindarios. No contribuyen mucho a la economía, solo explotan el país para su propio beneficio”.
La gentrificación no es nueva, pero se ha agravado por la falta de políticas públicas claras. En otro comentario se resumía que el gobierno mexicano debe enfrentar esta problemática no desde el rechazo a los extranjeros, sino desde la regulación del mercado inmobiliario, la supervisión migratoria y el fortalecimiento del derecho a la vivienda.
¿Es válido protestar dañando espacios culturales?
Algunas personas también han cuestionado los métodos de protesta, como el grafiti en recintos culturales durante las manifestaciones. El usuario Rubén Nava comentó en redes sociales que resulta complicado determinar si es válido dañar el patrimonio como forma de reclamo, y señaló que la gentrificación es un tema amplio y con causas históricas profundas, como el desplazamiento de comunidades marginadas, presente incluso desde la época prehispánica.
