Respuesta de Jaime Martínez Veloz a los improperios racistas de Pablo Majluf en contra del Ministro Hugo Aguilar Ortiz

Respuesta de Jaime Martínez Veloz a los improperios racistas de Pablo Majluf en contra del Ministro Hugo Aguilar Ortiz

Jaime Martínez Veloz responde ante comentarios de Pablo Majluf contra el Ministro Hugo Aguilar Ortiz.

Por Grethell Anguiano Monárrez el agosto 17, 2025

I. El origen: la justicia que nace en la tierra

La justicia indígena no se aprende en Harvard ni se viste de toga. Nace en el fogón, en la asamblea, en el consejo de ancianos. Se transmite en lengua madre, se camina en huarache, se decide en comunidad. Es una justicia que no separa al individuo del territorio, ni al derecho de la memoria.

Hugo Aguilar Ortiz no llega a la Corte como excepción. Llega como continuidad de una lucha que ha sido silenciada, como eco de miles de defensores que nunca tuvieron micrófono, como símbolo de que el derecho también puede hablar mixteco.

II. El ataque: el clasismo como último recurso

Cuando Pablo Majluf llama “indiecito” al próximo presidente de la SCJN, no está haciendo crítica: está revelando miedo. Miedo a que el poder ya no se herede entre apellidos, miedo a que la justicia ya no se dicte desde arriba. Su burla no es solo racista, es profundamente política.


Porque sabe que un indígena en la Corte no solo representa inclusión,
sino ruptura: ruptura con el elitismo jurídico, ruptura con la simulación institucional, ruptura con el México que decide sin mirar a sus orígenes.

III. La respuesta: dignidad como jurisprudencia

La respuesta no es solo indignación. Es movilización. Es decirle al país que la justicia indígena no es folclor ni excepción,
sino futuro constitucional. Es exigir que la SCJN reconozca los sistemas normativos indígenas no como curiosidades, sino como pilares de pluralismo jurídico.

Es demandar intérpretes en lenguas originarias, tribunales comunitarios fortalecidos, y una Corte que escuche antes de dictar.

IV. El horizonte: Tlaxiaco como brújula nacional

La llegada de Hugo Aguilar Ortiz a la presidencia de la SCJN es más que un nombramiento. Es una grieta luminosa en el muro del privilegio. Es Tlaxiaco diciéndole a México: “Nuestra justicia también es justicia nacional.”

Y si el clasismo tiembla, que tiemble. Porque la dignidad ya no pide permiso. Porque la Corte ya no será solo de los doctores, sino también de los abuelos, de los comuneros, de los pueblos que nunca dejaron de resistir.

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